Me estoy retirando de muchas cosas. Voluntariamente, claro. Y de forma meditada. Lo del blog es algo que comencé con mucha ilusión, que mantuve un tiempo con ahínco y que me proporcionó en su día muchas satisfacciones. He conocido a personas que con casi toda seguridad, no hubiese conocido. Más importante todavía, he aprendido mucho de ellos, y sigo aprendiendo, porque a algunos los sigo leyendo casi a diario aunque no participe en forma de comentarios.
La vida me ha pegado varias palizas en los últimos tiempos, algunas leves; otras, me han dejado huellas. A pesar de todo, le doy gracias a Dios, porque abusando descaradamente del dicho, “hay quien está peor”.
En fin, que entre unas cosas y otras, el interruptor que accionaba mis pulsaciones sobre el teclado se ha quedado “tieso” y como era muy antiguo, en Electrofil me comentan que no hay recambio, que habría que pedirlo a un proveedor de Cataluña, pero que claro, no se sabe lo que tardará.
Me retiré el pasado 22 de Septiembre de una de las facetas que más significativas han sido en mi vida. Bajo un bosque de cera arbórea, di las últimas chicotás de mi autóctona carrera en el deporte sacro. Era el broche de oro. Así lo pensé y así lo he hecho. Ahora me queda lo más grande, que a saber, son dos cosas: la primera y más cercana, volver a vestir mi capa morada junto a mi niño, por primera vez. La otra, me perseguirá hasta que muera, y es haber tenido el orgullo y el honor, de haber sido sus pies durante muchos, muchos años. Desde aquel Sábado Santo del 92 hasta el pasado año. Cada uno de los segundos que he pasado bajo Él, me perseguirán mientras viva.
Entro en mi blog aletargado, y no me gustaría que algunos de vosotros entraseis de vez en cuando por si acaso al muchacho le da por publicar algo, por absurdo que sea. Así que, siguiendo mi tendencia de estos últimos tiempos, cierro este capítulo. Doy las gracias a todo el que ha pasado por aquí. No nombro a nadie. No sería justo.
Me estoy alargando, pero me gustaría, en esta despedida y cierre, hacer una observación. El fenómeno de los blogs es esencialmente positivo, al menos eso creo. Pero me he llevado alguna que otra sorpresa, que supongo que será fruto del deporte oficial del sevillano: el “puñalating”. Yo soy sevillano, así que supongo que se me dará bien este deporte. Pero me da pena comprobar como la proliferación de los blogs, y el endiosamiento de algunos administradores está desvirtuando (a mi entender), un movimiento único y sano como pocos. Con muy pocas palabras, puede hacerse mucho daño. Y hay “dioses” que no lo entienden. En fin, el que ha entrado de vez en cuando por aquí sabe, que como he confesado en varias ocasiones, mi locura (como diría mi madre), no tiene cura. Pero seguro que algún que otro loco/a entiende de qué estoy hablando. Como me entiende Puente de Barcas, claro, que es la que me entiende bien.
Os dejo con una foto en la que se ve a Orfila. Justo entre dos de sus devociones marianas. Fue mi momento. La Virgen de mi niñez, frente al aroma a nardos que respiró aquel bebé al que sus padres llevaron el 15 de Agosto de 1973 al tercer naranjo de la fachada del Palacio Arzobispal (contando desde Don Remondo). Ese naranjo…Dios mío.
Gracias. Hasta siempre.
P.d. Lo de las plantas aromáticas y medicinales es largo de contar, y ya he sido bastante pesado…
La vida me ha pegado varias palizas en los últimos tiempos, algunas leves; otras, me han dejado huellas. A pesar de todo, le doy gracias a Dios, porque abusando descaradamente del dicho, “hay quien está peor”.
En fin, que entre unas cosas y otras, el interruptor que accionaba mis pulsaciones sobre el teclado se ha quedado “tieso” y como era muy antiguo, en Electrofil me comentan que no hay recambio, que habría que pedirlo a un proveedor de Cataluña, pero que claro, no se sabe lo que tardará.
Me retiré el pasado 22 de Septiembre de una de las facetas que más significativas han sido en mi vida. Bajo un bosque de cera arbórea, di las últimas chicotás de mi autóctona carrera en el deporte sacro. Era el broche de oro. Así lo pensé y así lo he hecho. Ahora me queda lo más grande, que a saber, son dos cosas: la primera y más cercana, volver a vestir mi capa morada junto a mi niño, por primera vez. La otra, me perseguirá hasta que muera, y es haber tenido el orgullo y el honor, de haber sido sus pies durante muchos, muchos años. Desde aquel Sábado Santo del 92 hasta el pasado año. Cada uno de los segundos que he pasado bajo Él, me perseguirán mientras viva.
Entro en mi blog aletargado, y no me gustaría que algunos de vosotros entraseis de vez en cuando por si acaso al muchacho le da por publicar algo, por absurdo que sea. Así que, siguiendo mi tendencia de estos últimos tiempos, cierro este capítulo. Doy las gracias a todo el que ha pasado por aquí. No nombro a nadie. No sería justo.
Me estoy alargando, pero me gustaría, en esta despedida y cierre, hacer una observación. El fenómeno de los blogs es esencialmente positivo, al menos eso creo. Pero me he llevado alguna que otra sorpresa, que supongo que será fruto del deporte oficial del sevillano: el “puñalating”. Yo soy sevillano, así que supongo que se me dará bien este deporte. Pero me da pena comprobar como la proliferación de los blogs, y el endiosamiento de algunos administradores está desvirtuando (a mi entender), un movimiento único y sano como pocos. Con muy pocas palabras, puede hacerse mucho daño. Y hay “dioses” que no lo entienden. En fin, el que ha entrado de vez en cuando por aquí sabe, que como he confesado en varias ocasiones, mi locura (como diría mi madre), no tiene cura. Pero seguro que algún que otro loco/a entiende de qué estoy hablando. Como me entiende Puente de Barcas, claro, que es la que me entiende bien.
Os dejo con una foto en la que se ve a Orfila. Justo entre dos de sus devociones marianas. Fue mi momento. La Virgen de mi niñez, frente al aroma a nardos que respiró aquel bebé al que sus padres llevaron el 15 de Agosto de 1973 al tercer naranjo de la fachada del Palacio Arzobispal (contando desde Don Remondo). Ese naranjo…Dios mío.
Gracias. Hasta siempre.
P.d. Lo de las plantas aromáticas y medicinales es largo de contar, y ya he sido bastante pesado…