13 de noviembre de 2008

Orfila de viejo

Puente de Barcas dice que parezco un viejo. Por mis comentarios, por mis frases hechas, por algunas de mis costumbres. El caso es, que el otro día me lo dijo mi jefe, que me conoce hace 3 días como aquel que dice y tiene 20 años más que yo.

Me puse a pensar. Ya sabéis que cuando un servidor echa a andar la cabeza, malo.

Empecé a viajar; y viajando llegué a una mañana cualquiera, dentro de algunos cuantos lustros; en Sevilla, claro. Me veía allí, caminando por la calle José Gestoso al mismo tiempo que el sol bajaba con parsimonia los escalones del día. Estaba allí parado, en la puerta tapiada de ruina de Pérez Cuadrado. En el azulejo nada más quedaba “Pérez Cu”, sobre los ladrillos, el cartel de la inmobiliaria. Allí parado, viajé en sentido opuesto, y me vi entrando con mi madre, de la mano; nos llevamos unos cuantos de pares de calcetines de gimnasia y unas camisetillas para el invierno, de aquellas a las que no le salían bolitas.

Cuando volví al futuro, eché a andar calle abajo. Entré en la Capilla y me senté. Me senté donde me he sentado siempre, en el banco que hay entrando a la derecha, donde siendo niño recuerdo que había un confesionario.

Miré a los ojos de mi Señor dándole gracias por haber llegado a viejo. Aunque según Puente de Barcas, siempre lo he sido.

Pues tendrá razón. En el fondo, sueño con llegar a esa cumbre desde la que se ve todo. Y soñar despierto todo aquello que he vivido, y recordar. Me gustaría que el paso de los años hiciese de mí una buena persona, con recuerdos, con vivencias propias y no ajenas. Con lágrimas de Viernes Santo y sonrisas de tertulias.
Me gustaría ser un viejo así, y recogerme cuando el sol deje de pintar trazos en tus calles, Sevilla de mi alma.

31 de octubre de 2008

Puente de Barcas

Hoy; bueno mejor dicho, mañana, es una de esas fechas que se suelen recordar. Días que se quedan grabados, porque suponen un antes y un después. Días que no son ni más ni menos importantes que otros, pero que tienen algo. Más que algo, mucho.

Esta noche, el Puente de Barcas por el que pasa mi vida y yo, esperaremos juntos a que nazca un nuevo año en nuestro calendario privado. En ese almanaque en el que anotamos las sonrisas, los sustos y las preocupaciones, las miradas y las caricias. Ese almanaque en el que hay días en los que no nos da tiempo a anotar nada, y otros en los que no queremos escribir.

Esta noche Puente de Barcas y yo haremos algo especial; algo que hacemos todos los días. Echaremos nuestras mentes a soñar, para que nuestros sueños se despierten juntos, igual que nuestros cuerpos. Cuerpo y alma.

Mañana seguiremos caminando juntos.

Cuando Sevilla, nuestro cuerpo y nuestra alma despierten al unísono en nuestro nuevo año, si te apetece puedo bajar a comprar calentitos: 2 de “rueda” y 1 de “papa”. Ya sabes que a mí me gustan los de la Macarena y los de la Alfalfa; pero si acaso, me llego mejor a la calle Leiria, que tampoco están malos y tardo menos.

En fin, que estoy con el meloso subido. Y quiero que sepan ustedes, que soy feliz. Que me considero afortunado y que creo que tengo que darle gracias a Dios por ponerme enfilado hacia ese Puente.

Todo esto entre ustedes y yo. No le digan nada a ella, que me da vergüenza.

Básicamente era esto lo que me apetecía compartir con vosotros. Mi felicidad.

29 de octubre de 2008

La solución definitiva

Ya está, la solución a todos mis problemas. Os dejo el enlace en el que el “abesé” nos da el detalle del invento.

Voy a darme una "güertesita" por la calle Feria, a ver si han abierto ya Vizcaíno.

Y sin moverme del polígono la Isla, “con toas sus castas”.

http://www.abcdesevilla.es/hemeroteca/historico-28-10-2008/sevilla/Sevilla/google-te-enseña-tu-calle-en-tres-dimensiones-gracias-al-servicio-street-view_91870878130.html

15 de octubre de 2008

Teorías del Deporte Sacro

Tengo un amigo que tiene lo que se suele decir, tela de guasa. Es la típica persona de sentencias, teorías y axiomas, que te dejan con la sonrisa en la boca. Sí, esa sonrisa a la que acompaña la mente diciendo: “además de verdad”

Mi amigo, el guasa, tiene entre sus teorías más famosas la del “Léxico costalero”. Eso es. En ella, mantiene que una reunión de costaleros es perfectamente capaz de mantener una conversación de horas empleando únicamente 12 palabras. Como los varales de un palio. Ni más ni menos. La combinación de las mismas con algunas preposiciones, adverbios y verbos (copulativos, con perdón) es suficiente para prolongar sin fin cualquier coloquio. A saber, apunten: palo, chicotá, revirá, kilos, saco (como sustantivo y como verbo), destrozo (al), costal, zanco, izquierdo, caída (de la calle), jabón y bocadillo.

Lo que yo os diga, guasa “pa alicatar un cuartobaño”. Ahí no queda la cosa. Mantiene y defiende a ultranza la teoría de la “Multiplicación de los zancos y las patas”. Los visitantes de esta calle, en su mayoría ya sabrán a lo que me refiero. Nada más hace falta irse cualquier día de cuaresma o precuaresma a algún bar-tertulia de los que tanto abundan. Mientras se entrega uno al trago, pone la oreja y nada más que hay pateros. Ni fijadores ni nada, y de corrientes ni hablamos.

Si es que hay cosas, que te dejan estupefacto. La Semana Santa pasada estábamos viendo venir de lejos un palio. Mi amigo y yo. Teníamos al lado una reunión de 5 ó 6 pipiolos cofrades. Ojú. El cabecilla, que por supuesto era patero, ponía comentarios al “momento cofrade”. No estaba la cosa muy desesperada hasta que sentenció:
- El corriente de la cuarta va “hundío”.

Toma ya. Como ustedes hilan muy fino, al parecer tenía estudios universitarios y por eso empleó palabras no incluidas en las 12 de marras. En fin, que no sé yo si esto no está llegando a unos límites que, no sé, no sé…

[Sirvan estas letrillas como un ejercicio de reflexión y de autocrítica (por la parte que nos toca). Ejercicio hecho desde el cariño y el respeto. El guasa y yo comenzamos juntos en el deporte sacro. Él vio que no era lo suyo y duró dos o tres años. No llegó a ser patero. Yo tampoco lo he conseguido de momento. ¿Cuentan las patas centrales?]

2 de octubre de 2008

"La Puertosario"


Es curioso; la forma en la que pertenecemos a las cosas, a los sitios. No solamente pertenecemos a nuestros padres, a nuestras parejas y a nuestros amigos. También somos de los lugares. Un poner: yo soy de la Puertosario. Sí señor, primicia informativa: Orfila es de la Puertosario. No, no es que haya huido de la plaga del champiñón por el “rialto abajo”. Hasta hace algo más de dos años, un servidor de ustedes vivía muy cerquita de El Punto (R.I.P)

Tras este introito guasón, voy a lo que iba. Al sentimiento de apego que se va agrandando con el paso de los años. Mis padres siguen allí, al contrario que El Punto. Cuando voy a verlos, cuando me bajo del coche y mis pies tocan el suelo es como si volviese tras un destierro de años y años. Miro las casas, algunas abandonadas, las mismas casas que vieron como mi cuerpo y mi alma crecían. La Puertosario es un barrio raro, tan raro que ni tan siquiera es un barrio. Todo el mundo habla de ella: los autobuses, los costaleros, los de las vespas… Últimamente se ha convertido en la meca del empeño, en el “valle de piedad” de los asfixiados por la crisis, o como quieran llamar a eso que hace a las personas agolparse a las puertas de cuchitriles que gritan “Compro oro” o hacer cola en los “cash converters”.

La dejaron sin El Colmo, sin el Estanco, sin la frutería…lo peor fue lo de El Punto. Pero mi corazón sigue ablandándose cuando vuelvo allí. Es el viaje al pasado que hacemos instintivamente, no es un viaje de placer, más bien es un viaje a la realidad. A la realidad de un tiempo que pasa, que pasa por nosotros y por los lugares a los que pertenecemos.

Así que sirvan estas letrillas como tributo agradecido a mi cuna. Ya lo sé, no he sido yo miembro activo de esa collación. Ya sé que mi vida se ha balanceado desde La Encarnación hasta la Macarena, Feria arriba y Feria abajo. Pero hasta hace poco más de dos años, mis sueños se perfumaban con aguardiente de El Punto. Y ese olor permanece, es fuerte como el recuerdo.

Llegará el día en que únicamente vuelva a mi cuna el Jueves Santo a ver a la Reina de los Ángeles. Sí, justo entre Año Nuevo y la Esperanza. Dios quiera que eso tarde mucho.

26 de septiembre de 2008

La mejor de las maestras


Ya va al colegio de los mayores. El primer día lo acompañamos hasta la clase, el segundo nos dejaron ir hasta el patio. El tercero, lo vimos irse caminando, lento, independiente, meciendo su mochilita al compás de sus pasos. Se iba de nosotros, es como si fuera su primera salida. Una salida de 20 ó 25 metros hasta el patio, entre niños más pequeños, otros de su edad y otros muchos más grandes.

Nunca podré sentir lo que siente mi Puente de Barcas, por varios y contundentes motivos. Pero algo me tocó allí donde me tocan pocas cosas. Se marchaba en soledad en medio de la algarabía. Nosotros nos fuimos también, en soledad, alejándonos hacia el silencio. En cierto modo como si hubiésemos hecho algo malo, sabiendo que no es así.

Con un lustro de radiante vida ya empieza a irse. A lo mejor es que el otoño está acompañando a mis reflexiones y a mis sentimientos. Quizás sea eso.

Puede que algún día sepa exactamente qué es querer a un hijo, en toda la extensión de la palabra. Quizás no. Pero creo humildemente, que si llegase ese día, iba a ir con una buena preparación.

Cierto es también que tengo a la mejor de las maestras.

17 de septiembre de 2008

Bendito despiste


Vi la noticia en la prensa. La había escuchado en su día, no me había vuelto a acordar. Hacía calor, pero me eché a la calle camino del centro. No me imaginaba qué aspecto ofrecería el Palio en ese enclave, aunque caminaba bien seguro de la magnificencia que encontraría.

Ya escribí hace tiempo, sí, hace demasiado tiempo, ya lo sé, cuánto me gusta caminar esta tierra que me vio nacer. Lo que disfruto alzando mis pensamientos libres hasta el azul que nos cubre. Así iba, buscando toldos, cornisas y árboles que paliaran (nunca mejor dicho) el calor; deteniéndome en zaguanes marmóreos con bajeras de Mensaque, que esos si que son “inverter” y lo demás es cuento. Lo de los zaguanes es una de mis debilidades. Yo, que soy poco curioso y nada alcahueto, no puedo resistirme a atravesarlos hasta la forja, ojeando el interior y viendo cómo en algunos se ha parado el tiempo, y el aroma.

Por fin llegué. Ante mis ojos se aparecía la majestuosidad de siempre, esa grandiosidad que tantos años he contemplado. La Belleza. Lo único y lo distinto. Me quedé un rato. No sé cuánto tiempo, pero bastante.

Le recé una salve, y salí deprisa a ver si me daba tiempo de llegar antes de que cerrara el Ayuntamiento. Llegué tarde al consistorio por culpa de los zaguanes y de La Belleza. Pero llegué a tiempo allí donde mis pensamientos libremente quisieron ir. Donde siempre han ido.

29 de abril de 2008

Paréntesis

Como veréis, salgo menos que la Virgen del Voto. Espero me disculpéis este tiempo que llevo sin publicar y sin escribir en vuestras casas. Leer, leo de vez en cuando. No hay ningún problema que no tenga solución, pero entre unas y otras cosas, no tengo el tiempo y la tranquilidad que os merecéis. Como éste que está aquí debajo, estaré un tiempo retirado, pero no me iré del toro...

Volveré pronto…Abrazos y besos.

8 de abril de 2008

Recuerdos de Romero y oro


El veredicto de la montera.

El monumento a la verónica en entregas aleatorias. El peso incontestable de la Estética de Sevilla. El aroma verde de la tarde. El sonido del percal sobre el albero. La magia de un arte efímero que nunca muere. El tiempo y el espacio. Lo justo, lo medido, lo que no sobra pero basta. El silencio a gritos.

Media.

La mirada de la ilusión. La distancia de la ilusión. La ilusión. La franela y la caricia. La seda, el oro y el terciopelo. La izquierda más diestra. Dos, tres, cuatro, cinco. La música para no escucharla. El anillo imperfecto que cruje. Sevilla y las campanas de la Giralda.

Trincherazo y “el de la firma”.

El trámite contractual...

El paladar.

4 de abril de 2008

Las partes de mi colegio

Mi colegio tenía dos partes fundamentales perfectamente diferenciadas: un hermoso patio de mármol sustentado por firmes columnas y una profesora de lengua y literatura, soporte fundamental en mi aprendizaje. Desde que escuché la “teoría” de Fernando Villalón sobre la división del mundo, me gusta establecer de vez en cuando ese tipo de sentencias dicotómicas. Las dos partes de mi colegio eran igual de frías y contundentes; y al mismo tiempo se erigían en sus propias antítesis. Quiero decir con esto, que la voz de aquella profesora tenía un tacto de terciopelo y que el patio blanco nos susurraba a nuestra entrada para templarnos los nervios. No sé si me he explicado. Pero cierro los ojos ahora mismo y los estoy sintiendo a los dos…

Sería capaz en este preciso momento de viajar hasta entonces y, desde la calle Conde Negro, colarme por aquella ventana para sentarme en mi pupitre. Porque mi pupitre imaginario nunca se ha movido de allí, y la voz de aquella mujer nunca se ha borrado de mi recuerdo.

Había en el patio un toldo anaranjado, que a partir de Abril se unía a la frialdad del mármol formando una carta de colores rojizos, asaetada por los desaguaderos. El toldo venía también a pedirnos silencio, y callábamos.

Mientras, la profesora pisaba con sus dedos las páginas de un texto de Cernuda, ella con los dedos y yo con mis ojos, esperando que aquellos momentos nunca pasasen y que el peso de su mano sobre el papel detuviese el tiempo.

Entre tanto, el patio centinela aguardaba nuestra salida en algarabía. Un día tras otro. Un silencio tras el grito y un estruendo tras la calma.

Todavía puedo oler aquellos recuerdos; recuerdos de cuando la soleada tarde era la dueña de nuestras vidas y el preludio de nuestros sueños.

31 de marzo de 2008

Sevilla es más Sevilla...


Pues unos vienen y otros van. Y desde el centro de Sevilla (traducción aquí a la derecha) y con la venia de todos ustedes, permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide (vaya guasa…); le doy la bienvenida a nuestro amigo Gazpacho.

Nos llega por Abril un farolillo pasado por el crisol de Colombia, empapado (como todos los farolillos) del agua de aquella tierra. Sevilla, perdón si exagero, es más Sevilla con personas que piensan y que sienten como nuestro amigo. Personas de miras anchas, críticas y no exentas de sensibilidad.

Intento ponerme en tu lugar, Gazpacho. En la cantidad de sensaciones, algunas supongo que contradictorias, que estarás viviendo. Pero como intuyo que ponerme en tu piel es imposible, Puente de Barcas y yo nos limitamos a darte la bienvenida a tu tierra madre.

25 de marzo de 2008

A mi Hermano Anónimo

Querido Hermano:

Hace poco te di la dirección de esta casa. Vaya ironía. Decirte a ti dónde está la calle Orfila. La dirección de ésta, vuestra casa, la sabe poquita gente. Y es que el aforo es reducido y yo, que me considero buen anfitrión, necesito tratar a todo el que me visita con el mayor de los desvelos.

Como dejas ver en tus comentarios, tu vida va a cambiar en breve. Y la nube de nostalgia (ya sin agua), que sacude mis sentimientos me mueve a escribirte unas líneas haciéndolas públicas en este foro.

Llegado este punto quiero darte las gracias por haber velado por mí, desde aquel lejano Sábado Santo del 92. Por haber puesto siempre tu mano sobre mi hombro. Por ser mi maestro debajo y por ser una referencia continua en lo que a la rectitud de una persona se trata. Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? Hemos visto de todo un poco, en el paso, en la Hermandad, fuera de ella…Y en todo lo que has tocado, de lleno o de refilón, has sentado cátedra.

Dices que “los de negro” te reservan el hueco aunque te bajes del avión el mismo Miércoles por la mañana. Eso no es cierto. “Los de negro” no te dan nada. Es El de blanco quien te reserva tu sitio. Mira qué curioso, que en este año perdido te había querido acercar un poquito más a Él. Si por mí fuera, tu sitio iría siempre vacío de no estar tú; (menos en la calle Tetuán y en el lomo de la entrada), tú me entiendes.

Les presento a ustedes a mi Hermano Anónimo, que se va a ir en silencio cerca de mi amigo Gazpacho hasta que Nuestra Madre de Regla le de un “chillío” para que se vuelva.

Un abrazo, Hermano de corazón morado y alma roja.

24 de marzo de 2008

"Ponerse"...

Pues nada, "a ponerse" otra vez en el palo y a dar la "chicotaíta" que dura 1 año. A todos, gracias de corazón por los comentarios en mi ausencia. A mi Hermano Anónimo, decirle que si de verdad lo sentí por alguien, fue por él.
Por último, a Puente de Barcas, gracias por soportarme esta semana...
Vuelta al trabajo, con 3 Centurias de correos por leer, así que nada, vamos "a andarle" un poquito.
De nuevo, gracias.

13 de marzo de 2008

La Espera

Huele a cera, a aguardiente, a incienso; nubes y claros. El bacalao negro y oro está esperando, es testigo “de protocolo”. Ya no se ve. Plumas y más plumas lo tapan. Claros y nubes. La música va alejándose de izquierda a derecha para dejar paso a la Espera.

La Espera nos trae el recuerdo, nos deja pensando en el ayer, en la vida y en la muerte, en nuestra gente…la que está, la que no está.



- ¿Cuántos tramos han pasado?
- Pues no sé, yo creo que la Virgen debe estar ya en San Juan de la Palma.

Las nubes y los claros nos distraen en esta espera mágica, en esta impaciencia que nos va a destrozar los nervios. Tengo los gemelos como los de un romano de Miñarro, de tanto ponerme de puntillas. Ya queda menos. Los nazarenos pasan en gracioso desorden, en una anarquía maravillosa que, paradójicamente, es el prólogo aterciopelado de la Perfección. Los cirios se van tiñendo de verde. Nuestro corazón también.

- ¡El bacalao!
- Entonces ahora es cuando está en San Juan de la Palma, o quizás ni haya llegado…si yo te lo dije, que todavía quedaba un rato.

A partir de aquí, es el alma lo que me tiembla. A partir de este momento todo pasa como si fuese un sueño. Ya nadie habla con nadie, la conversación no ha lugar. Otro año más, en el mismo sitio y a la justa hora que Ella quiere. La llevo viendo desde las primeras horas de la madrugada, aquí es Ella la que me mira porque yo a duras penas consigo despegar el mentón de mi pecho. Y cuando lo despego, me deslumbra su majestad y no puedo apenas mirarla.

Ya no nos distraemos con el cielo, ahora estamos en él.

Sé siempre nuestra Esperanza. Y ruega por nosotros. Amén.

12 de marzo de 2008

Ofrenda de Miércoles Santo


Me has visto crecer día tras día, mes a mes, un año detrás de otro. La gente dice que no tengo ojos para ti. La gente que no me conoce o que no quiere conocerme.

Sé que estás acostumbrada a mirar de reojo hacia tu izquierda para buscarme. Pero creo que no te importa. Porque lo que más quieres en el mundo es a tu Hijo. Y en el fondo te alegras de que siempre haya estado pegadito a Él. Desde pequeño no me he retirado nunca de su vera. No sé lo que es estar lejos de Él. Es verdad que tampoco me lo he planteado nunca.

Por eso, en ésta mi primera Semana Santa en la blogosfera, quiero dedicarte la “entrada oficial del Miércoles Santo” y darle un trincherazo a “lo que dise la gente”. Sabes que mi momento cumbre en nuestro día, tiene lugar en el oratorio improvisado en el que se convierten los 40 centímetros que hay entre tu palio y la pared. Cuando trazo la línea de oración que pasa por Tus manos, roza Tu perfil y termina en el Hombre de las Manos abiertas, tu Hijo. Esa es la perspectiva íntima que se clava en mi corazón cuando quedan solamente unas horas para que todo comience, y para que todo acabe.

Cuando quiero contemplarlo en Su Soberano Poder, ya ves, me pongo junto a ti.

Este año te ofrezco mi Estación de Penitencia, a 7 tramos de distancia.

Te espero en Villasís, cuando estés a punto de llegar a tu Tahona, cuando ya es más Jueves que Miércoles. Ahí estaré como he estado siempre, donde no te he fallado nunca.

Ya sabes Reina, dentro de una semanita. Y por último, intercede por todo el que necesita estar junto a Él, por mi gente, y ¿como no?, por estos “locos” que se asoman a esta casa.
Lo que quiero para mí, lo sabe tu Hijo…

10 de marzo de 2008

¿Quién te aguanta esa mirada? (A. Burgos 2008)


Ese verso le ha bastado "para pagar lo que se debe"...

5 de marzo de 2008

Asesinatos artísticos cuaresmales

Hombre, hay cosas en Sevilla para arreglar…tela, vamos, la tela de las 7 Puertas, de Peyré y de la Ciudad de Londres. Ya lo sé. Pero desde hace años todas las cuaresmas observo la creciente proliferación de asesinatos artísticos en los escaparates de los establecimientos. Principalmente es en las cafeterías, pero vamos, cualquier sitio es bueno: mercerías, inmobiliarias, agencias de seguros, y un sinfín de comercios.

Hay que poner en Cuaresma por el artículo 33 algo relacionado con la Semana Santa en el escaparate. Lo que sea. Es igual, aunque sea un bodrio.

Asesinatos artísticos. Quedó lejos aquel sencillo y fino detallito, ese cartel costumbrita o aquel pasito en miniatura. Hoy día, el propietario del establecimiento, le dice a un vecino suyo del bloque que es Imaginero (será por la imaginación, digo yo):

- ¿Qué pasa hombre?, es que verás, quiero decorar un poco el escaparate. A ver si me puedes hacer alguna cosilla, o algo que tengas hecho. No te preocupes, que yo te pongo un letrero bien grande con tu nombre. Y ya sabes, que todos los años te lo digo, que tú y tu familia tenéis la mesa reservada toda la semana. Mira, que me ofendo como no vengáis…

Ya está planeado el crimen. El crimen puede tener agravante alevoso, cuando se pone la copia de alguna Imagen conocida.

En la tierra donde pasean las obras de Juan de Mesa y Castillo, de Cayetano y los Hnos. Delgado, de La Roldana y del mejor de los Anónimos que jamás ha existido, pienso que alguien debía velar por estas cositas.

Voy a dar el primer paso. Voy a ver si el Sr. Torrijos tiene un blog, o algún sitio donde poder transmitirle mi indignación. A buen seguro, que encuentra una solución globalizada a mi insatisfacción artístico-devocional.

¿Qué piensan ustedes? Yo pienso que el “acatetamiento” de la Ciudad de la Gracia está llegando a límites que sobrepasan lo lícito. Y es imparable.

27 de febrero de 2008

La Enciclopedia dominical


Se sentaron en aquel banco. El niño con la cabeza levemente inclinada y las manos descansando en sus rodillas, mientras las nubes permitían que el sol, atravesando un tamiz de azahar, fuese secando el rocío. El padre, posaba su brazo sobre el hombro de su hijo, protegiéndolo. Llevaban caminando desde muy temprano. Todos los domingos acostumbraban a pasear desde casi el alba hasta la hora del Ángelus. Cada paseo era una entrega de la enciclopedia de la educación, del más importante manual que a lo largo de nuestra vida debemos digerir.

Acostumbraban a entrar en la Catedral, más tarde o más temprano. A veces, se camuflaban en un grupo de turistas y atendían a las explicaciones del guía. El guía venía a ponerle el texto a lo que se colaba a borbotones por sus ojos. Cuando salían, después de entrar en la Capilla Real, era habitual que fuesen asaltados por algún extranjero que preguntaba por donde se iba a la Macarena.

Eran horas en las que se alternaban las “materias”: arte, naturaleza, geografía, religión, ética…Al niño lo que más le gustaba era el arte. Preguntaba y preguntaba, y nunca terminaba de saciar sus ansias de aprender. La mente de aquel niño, aunque a veces fuese sin querer, iba absorbiendo aquellas enseñanzas. El padre hacía de padre y de maestro al unísono.

Cuando se sentaron en aquel banco, aquel día, por primera vez el niño comenzó a valorar en justa medida algo que es imposible valorar, porque no tiene precio, ni medida, ni cuantificación alguna: la educación.

Hoy ese niño ha crecido, y entre otras muchísimas cosas buenas, tiene un blog en el que le agradece a su padre la mejor de las herencias. Cada domingo por la mañana cuando me levanto, repaso la lección. Espero no olvidarla nunca.

25 de febrero de 2008

Destino



Es una de las cosas por las que he estado fuera de circulación estos días.

Afortunadamente y por encima de todo, el hecho ocurrió sin haber nadie dentro del coche.

Afortunadamente, el seguro estaba a todo riesgo.

Había muchísimos más coches y muchísimos más árboles. Pero el destino unió al sujeto con el predicado y utilizó el coche de Puente de Barcas como objeto directo.

En un principio no pensé comentar nada aquí. Pero bueno, después de todo y una vez que estamos más tranquilos, utilizo este suceso para reflexionar sobre eso. Sobre cómo el destino puede escribir parte de la historia de cada uno, en un sentido o en otro. Sobrecoge pensar lo que la enfermedad de un árbol, cuyas raíces no resistieron el paso de los años, puede influir en nuestras vidas.

Ya pasó, gracias a Dios.

15 de febrero de 2008

Veraneo en Triana


Estaba calentando mi comida en el microondas, en lo que llaman Sala de relax, (qué ironía). Mentiría si, a pesar de mi buena memoria, dijese qué era lo que comí aquel día, así que no lo digo.

Entonces escuché tu voz alegre:

- ¿Yo?, yo estoy veraneando en Triana.

Yo sonreí. No voy a decir que esa frase cambió mi vida, porque sería también mentira, aunque mi vida sí que ha cambiado aproximadamente a partir de esas palabras.

Sonreí, porque creo que algo en mí sabía a esas alturas, que el maravilloso ser que respira por los labios que pronunciaron la frase, sí que cambiaría mi vida.

Ahora ya no hay que veranear en Triana, ¿verdad? Ya no es necesario. Ahora ya no está en medio el agua del río.

Ahora sonrío porque a mis 35 años, que por cierto, cumplí hace 2 días, soy lo que puede considerarse como feliz y me siento más pleno que nunca. Nunca me ha incomodado la soledad, incluso a veces la necesito. Ahora te necesito más a ti.

Te lo he dicho muchas veces, te lo he escrito otras tantas y ahora lo publico aquí.

11 de febrero de 2008

La sopa y las tazas


El refranero español, que es extenso además de cierto, dice: “Si no quieres sopa, toma dos tazas”. Bueno en realidad, creo que el oficial habla de platos y no de tazas. Pero a mí siempre me ha gustado tomarme el caldito en una taza, sorbido en lugar de “cuchareado”.

Ni voy a hablar de vajillas, ni de consomé. Voy a exponer aquí una condena que cumplo desde que comencé mi andadura laboral: trabajar en un polígono industrial.

Cada mañana cuando salgo de casa tengo que ir en dirección opuesta a la que quisiera. He nacido, me he criado y he estudiado entre calles estrechas, sembradas de adoquines y escuchando un MP3 de repiques de campanas; entre requiebros de forja y azulejos, junto a geranios que miran por los balcones y pilistras que curiosean desde el interior fresco y silencioso de los patios.

Pero ahora si levanto la vista de la pantalla, aparto el oído del teléfono, y me asomo a la ventana…y además, el reloj de la vida da “las Cuaresma y pico”, pues me entra un desconsuelo…

Ya se sabe, que el trabajo no está como para quejarse. Pero, qué envidia más grande (totalmente insana), de todo aquel que trabaje donde trabaje, al menos tiene la opción de ponerse 10 minutitos a la sombra de la Giralda. ¿Eso?, eso tiene que alargar la vida. Seguro. Vamos, tan seguro como que cualquier día me lío la manta a la cabeza, y me voy a la calle Sierpes. Yo qué sé, a cantar mismo…

Contadme vuestra condena, o ponedme los dientes largos.

6 de febrero de 2008

El viento que viene del río

Estoy tendiendo y escucho cómo desde el río llegan las notas de las cornetas, el eco de los tambores. Y cierro los ojos. Y pienso.

Pienso en mi niñez, no excesivamente lejana, pero lejana. Pienso en las cuaresmas vividas, en las esperas soñadas. Hace viento…ya está la mente en las isobaras y las isobaras en el estomago. Era mucho más bonito cuando no existían los pronósticos, ¿verdad? Ahora es todo demasiado artificial. Todo está mecanizado, informatizado.

¡Vaya!, “Cristo del Amor”, qué simple y qué “aliviaita”. Sí, ésta la tocan para hacer embocadura, pero hay que ver cómo perdura lo bueno y hay que ver la alegría que le da a más de uno cuando la pican en la calle Hernando Colón…

Sigo tendiendo y continúan entrando en mi pensamiento las notas y el eco. Mi mente sigue su viaje de placer por el océano de mi vida. Ahora estoy subido en la “mesacamilla” y mi madre pincha alfileres en el morado de mi capa, mientras yo giro y ella me dice que no mire hacia abajo. El Miércoles de Ceniza era la frontera de los días grandes, y mi madre no quería dejar las cosas para última hora. El Miércoles que avisa de El Miércoles.

Me queda poca ropa ya, la justa para ver la papeleta de sitio pisada con el portarretratos de mi Cristo, el papel que certifica el pasaporte al Año Nuevo. Consumado todo, la papeleta dormirá en el sobre que va creciendo con el paso de la vida.

Ya he terminado de tender, pero el viento continúa trayendo el sonido de la espera.

31 de enero de 2008

La cuesta sin bacalao


Esto no ha sido la cuesta de Enero, me parece que va a ser la cuesta de 2008 (con su 29 de Febrero y todo).

Así que ya saben ustedes: cervecita con “altramuse” o “arvellana” en su defecto. Absténganse de visitar sagrarios en los que sea posible pedir tapas o raciones (con perdón). Ojo, que esto no es ningún problema y mucho menos una dificultad; que en la Ciudad de la Gracia por cientos se cuentan los establecimientos donde no huele a cocina. Quien evita la ocasión, evita el peligro. Y el aroma de las espinacas, el humo de la tortilla recién hecha, el chisporroteo del aceite al freír de las puntillitas y el preludio sonoro del cuchillo jamonero sobre la chaira; puede unirse con el vidrio en hechizo diabólico y brotar de nuestra inconsciencia la frase prohibida, acompañada del suicida levantamiento del brazo:

- Cuando usté pueda, pónganos algo de comé, ¿no?

Y después se van ustedes a la entidad que generosamente les ha otorgado su préstamo hipotecario, y se lo explican:

- Es que verá, estábamos con unos amigos que han venido para conocer la Semana Santa, y claro, con el ambiente, con ese sol tan espléndido, con esa alegría que se respira…pero no se preocupe usted, que para el próximo mes haremos mejor los cálculos y no habrá ningún problema.

El otro día me encontré con un amigo mío, y me dijo que en su hermandad, que es una hermandad más bien humilde, la Junta de Gobierno había enviado junto a las normas para el reparto de papeletas de sitio una solicitud para la financiación (sin intereses) de importe de la misma. Me quedé pensando, porque el elemento es un “guasa” de cuidado.

Y pensando sigo. ¿Esto de la crisis…es como lo pintan? Para colmo, el Miércoles Santo es mi día (siembro la duda de si es por paternidad o por llamarme Pepe, ya que para vuestras mercedes mi nombre es Orfila); y a lo que iba, me va a costar el dinero, porque ese día de por sí, que si la euforia, que si las visitas de cortesía. El que es de la Sed no tiene problema, con un cafelito queda como un señor, pero nosotros, que salimos cuando “el Hidalgo” se está poniendo la coraza…

¡Ay Dios mío!

25 de enero de 2008

A la calle Feria

Siempre ha sido la arteria aorta de mi vida. Sí. Une casi por completo esta pequeña calle con el lugar donde habita la Madre de Dios. Es algo especial, no sé; incluso dejando a un lado los tópicos consabidos de Vizcaíno, “jueves” y “Mercao”, para mí es la calle que resume a Sevilla.

Y resumir a Sevilla no es tarea fácil. Esta idea de resumen se la dejé escrita a mi vecino de collación en su entrada de despedida, o de hasta siempre, o de hasta pronto…

Caminada la tengo de un lado a otro, del “bajoguía” de Regina al nacimiento de su caudal, del caudal verde que inunda sus muchos afluentes. Soñada la tengo de noche, cuando los operarios del Ayuntamiento le dan la vuelta un año más a la calle en la esquina de los Altos Colegios, entre cientos de flashes. Y soñada la tengo de día, cuando las ojeras compiten en divino contraste con el blanco cegador de Sus Ojos.

Amigo Calle Feria, estas letras dedicadas a tu calle, son el sencillo homenaje que atravesando la calle José Gestoso y el Pozo Santo, se encuentra contigo justo donde culmina el Domingo de Ramos.

Te esperaremos, y si necesitas un sitio para descansar de vez en cuando, ya sabes dónde estoy. Y que seas consciente, de que esta entrada la tenía prevista para más adelante, pero ya sabes: la actualidad manda. El varal que tienes en mi casa sigue en pie, ya sabes, sin moverse apenas.

Un abrazo de olivo a olivo.

24 de enero de 2008

Cuando la camino

Es cuando más la siento mía. O cuando más me siento suyo. Hay veces en las que me veo como si fuese un grano de arena en el desierto de Sevilla. Y eso me hace sentir bien. Porque pienso que los pequeños detalles son los que forman el conjunto, y en este caso, es mi propia pasión por ese conjunto la que convierte mi insignificancia en algo grandioso.

Algunas veces pienso que mi sentimiento es excesivo, e incluso me planteo si es racional o no. La mujer con la que comparto mi vida, que además de eso, es mi vida, me dijo en cierta ocasión que únicamente podría tener celos de Sevilla. Ese día, me quedé pensativo y me dije: “Orfila” lo tuyo es de psiquiatra.

Pero no me canso de ser su pétalo de azahar, ni la cara erosionada de uno de los ladrillos de su Plaza de España, ni la tuerca más pequeña de los palcos. Tampoco me resulta poca cosa ser un pedrusco de albero en El Arenal, desecho por la pisada que cruje en media verónica que huele a romero. No me parece baladí sentirme igual que si fuese cualquier adoquín de la calle Azafrán, de esos de los grandes, que pasan siglos de la sombra al sol y del sol a la sombra, recordando con nostalgia el aroma de Cafés Moca.

Tampoco me parece algo irrelevante ser pisada en sus calles; por eso, porque cuando la camino, es cuando más la siento mía.

O cuando más me siento suyo.

- Doctor, ¿esto es normal? ¿Cree usted que estoy en mis cabales?
- Cariño, yo no te cambiaría ni por nadie, ni por nada.

17 de enero de 2008

Don José y la Ley Seca de Duralex

Con tono y semblante de cobrador del Ocaso u oficinista de funeraria de la calle Amor de Dios; con la vista perdida en los senos (del fregadero), Don José sentenciaba con la frase maldita:

- No hay vasos.

Entraba en vigor la Ley Seca de Duralex. Siempre había uno que comentaba tan resignado como sediento, haciendo el mismo movimiento de cabeza que hacía Don José: “esto se está poniendo comercial”.

Eran tiempos todavía de papel y moneda (más moneda que papel y con limitación de ambas cosas). El plástico no había llegado a nuestras carteras, aunque en el negocio en cuestión de poco hubiese servido.

Anécdotas se me vienen a la cabeza de aquellos ratos que echábamos, de la última estación casi fija de viernes y sábados. Bueno, y de algún que otro día entre semana…

Cuando nos quedábamos los últimos, sentíamos como si estuviésemos en vez de en la zona VIP, en un tiempo VIP. Don José, que en tiza no gastaba, nos recitaba la lista de las consumiciones y su importe total con una precisión y rapidez encomiable. Tampoco solíamos nosotros estar en condiciones de rebatir sus cálculos.

Creo que en Sociología existe una técnica que se llama “observación participante”, y el local que nos ocupa nos permitía “observar” a varios estratos sociales. Cuánta variedad en tan poco espacio.

En cuanto a Don José, desde estas líneas mi homenaje sincero a un compendio callado y discreto de sevillanía.

En cuanto al local, pues yo lo incluyo por méritos propios dentro del Patrimonio Inmaterial de Nuestra Amada Ciudad, como diría el Maestro Burgos.

¿Han pensado ustedes, los pilares de vidrio sobre caoba que tiene la calle Alhóndiga en sus dos extremos?

- No te preocupes Pepe, nosotros esperamos un poquito.

8 de enero de 2008

Madre


- Esta “levantá” va a ir por vuestras madres, por vuestras madres que os parieron macarenos…

Fue ya hace algunos años. Luís León arengaba a Los Elegidos antes de tocar el martillo en la vuelta de Relator hacia Parras. Como supondréis, el pregón fue algo más largo; y el que había logrado a duras penas contener las lágrimas, sucumbió, fuera y supongo que debajo del paso. Luís se acordó de las Madres ante la Madre.

Quiero dar esta humilde levantá por mi madre, que me parió y me educó para ser lo que hoy soy. Ella ni siquiera conoce la existencia de este blog, por su edad y su salud está a años luz de este mundo. Quizás se lo cuente uno de estos días.

Cada día que pasa oigo cómo el reloj de la vida sigue con su péndulo oscilante, sin parar, sin detenerse.

Cada día que pasa siento más la necesidad de decirle cosas que nunca le dije.

Cada día que pasa es un castigo y una bendición.

Podría decir muchas cosas más, pero creo que sobran las palabras para los buenos entendedores.

Me gustaría que viniera un prioste y desmontase el martillo; y que el Capataz nunca pudiera llamar…nunca…